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Bacchus Marsh

  • Juan
  • 13 mar 2018
  • 3 Min. de lectura

Hace un par de horas que vengo escribiendo sobre Bacchus Marsh y siempre termino en nada.


Intenté describir la ciudad pero parecía un párrafo de Wikipedia (si uno busca en internet puede encontrar que Bacchus Marsh es una ciudad rural en el Estado de Victoria, Australia, con una población de aproximadamente 21.000 habitantes donde se desarrollan varias actividades frutícolas y ganaderas), pero para nosotros fue mucho más que “un pueblo”.


Así que lo borré.


Después escribí acerca de cómo llegamos ahí (no teníamos donde quedarnos por unos días y nos terminó recibiendo Jon Durham, un australiano amigo de mi papá que nos abrió las puertas de su casa junto con su familia) pero nuestros problemas y el camino que hicimos hasta ahí tampoco era realmente importante.


Así que nuevamente lo borré.


Ahora me doy cuenta que lo importante de Bacchus Marsh no fueron sus paisajes, su estilo de vida campesino, o sus frutillas, frambuesas y manzanas.


Lo importante de Bacchus Marsh fueron sus personas. Por eso voy a hablar de los Durhams, nuestra primera “familia australiana”.


¿Los primeros momentos con ellos? raros, muy raros.


Los Durhams nos habían recibido como “el hijo de Juan Martín y su novia” pero no tenían idea de quienes éramos nosotros, y nosotros prácticamente no teníamos idea de quienes eran ellos.


¿Qué hacemos acá? pensamos con Carla.


No voy a mentir, pensamos en pasar una sola noche e irnos. Pero decidimos quedarnos unos días más para ver qué pasaba.



Esa termino siendo la mejor idea que se nos podría haber ocurrido.



Los Durhams son Jon (granjero, empresario) y Allison (ex profesora de arte), dos jubilados que trabajan todo el día como si tuvieran nuestra edad. Nosotros ayudamos en la granja pero era imposible seguirles el ritmo.


Con ellos viven su hijo Carl que también ayuda en las granjas, sus tres perros Rosie, Fuego, Blezt (la primera vieja, el segundo sordo, y el tercero imparable, los tres geniales) y hasta hace poco también lo hacía Billie, un pequeño loro que los Durhams rescataron y que vivía suelto en la casa pero que lamentablemente falleció.


Jon y Allison tienen dos hijos más. David que vive con su esposa e hija en una chacra cerca de ellos y Kylie quien vive con su marido Mark y tres hijas hermosas en la ciudad cercana de Torquay donde nos recibieron dos veces y nos hicieron sentir realmente como si fuéramos amigos de toda la vida.

En fin, podría hablar de cada uno de ellos por un buen rato pero seguramente eso lo haga más adelante ya que como buena familia nos vamos a seguir viendo seguido.


Esos días con los Durhams cambiaron mi forma de pensar de los australianos (y creo que la de Carla también). Yo los veía como personas frías, y con esto no quiero decir malas personas, sino que distantes. Tenía el prejuicio ridículo de que siendo una persona que viene de afuera me iban a tratar distinto, no sé, boludeces nuestras, de los argentinos.



Nunca estuve tan confundido.



Los Durhams me enseñaron que acá somos uno más. Nos recibieron en su familia y nos hicieron sentir parte de ella. A su modo, con sus costumbres, sus formas, pero siempre contentos y con una generosidad que muchas veces cuesta encontrar en otras personas.


Chistes, anécdotas, historias de vida y sobretodo enseñanzas son las cosas que nos llevamos de Bacchus Marsh.


Por eso Bacchus Marsh para nosotros no es solo un pueblo, son sus personas, son los Durhams.

Algunos de los Durhams, faltan MUCHOS.

Jon con Billie.


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